en un sueño vi a Emily Dickinson metiéndose en el agua, y el mar estaba encrespado y las olas eran enormes y yo intentaba seguirla o salvarla pero cuando quería darme cuenta ya había desaparecido, y entonces desperté. no sé si era Emily, pero si era alguien debía de ser ella, pues es Emily quien escribió estoy fuera con faroles, buscándome a mí misma, pues sí, estoy fuera pero me he pasado la noche entera buscando los faroles, y por el camino, que es de huesos pulidos que brillan de un blanco como de olvido o desmemoria, he ido oyendo cantos y acariciando estatuas, y se me ha endurecido el corazón hasta conservar la misma vida que un talismán. por algún motivo, recuerdo con mucha más claridad las cosas tristes. Pau tiene cáncer de estómago y fuma fentanilo a diario, Toni se pincha caballo y su hijo le dice que como vuelva a quedarse dormido en el bus dejará de verlo, Carlos vuelve a casa, y lleva tres días despierto, deambulando por los zulos en los que se reencuentra con viejos amigos perdidos. tanta pena. yo me pasé bailando el domingo entero cuando debería haber estado trabajando y vuelvo a estar sin dinero. quiero irme lejos. meter todo lo bonito en una maleta, como las chicas, como Elia y como Azhar y como Laura y como Paula y como Ana, o como los niños y sus carcajadas (Laurien y Julia no se despegaban de mí y nunca habían probado los petazetas), o como la comida (las cerezas del Retiro o las uvas de aquella mañana a las orillas del Júcar)... quiero meter todas esas pequeñísimas lindas piedras tan a la fuerza engastadas en la memoria y desandar el camino, y que a la vuelta este ya no sea de huesos sino de hojas calientes, y que yo vaya descalzo y que el talismán se vaya agrietando un poco a cada paso y que se abra como una rosa el corazón y que las estatuas no me cuenten desgracias y que no haya estatuas, sino puertas y cabañas y hogueras y lámparas y faroles, por fin faroles, donde dejar de estar fuera para empezar a estar dentro, encontrándome a mí mismo
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