el tronco fuerte de los caballos salvajes
sus hermosos ojos negros eran hermosos y negros
lo supe enseguida
el deseo de la vida
y de la fuerza y de hablar
con voz decidida y de ese modo
estar llamando a ser acreedor
de las grandes cosas
estropeados los pómulos
inflados los corazones
de estas ganas de
aquel carrete que compré y usé con mimo
y que nunca revelé contenía al menos
una buena fotografía
de un hombre subido a una escalera
vista desde abajo
a través del suelo translúcido
una clase de tango es una hoguera de motas
un frasco de moscas hambrientas
o un coloboma civilizado
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